
El eje principal del discurso de Aznar, al estilo del que pronunció en el Congreso Nacional del PP, fue la dicotomía de “principios y valores”, aunque recalcó que “parece que no está de moda defenderlos”. Pero también ha hecho numerosas referencias a las raíces cristianas de Europa y de España, asegurando que estos dos entes “son inexplicables sin ellas”. “Yo las defendí cuando tuve la responsabilidad de ser presidente del Gobierno”, ha recalcado Aznar, añadiendo que también defendió “que no se eliminaran del proyecto de Constitución Europea”.
Y de nuevo sacó a la palestra su tan sonada y ridícula bandera de "Peras y manzanas". Al finalizar la conferencia, habló sobre cómo ese relativismo nos lleva a “cuestionar la familia y el matrimonio, entendido como la unión entre un hombre y una mujer”, al que definió como una "institución fundamental" de la sociedad. Sin entretenerse en peras y manzanas, como su esposa, aseguró que las otras uniones “son muy respetables pero no pueden considerarse matrimonio ni familia”. Y añadió que este relativismo conduce a “destruir la fibra moral de Occidente”, subrayando que es “un camino que algunos, por un prurito progresista, quieren emprender”. Aznar concluyó achacando a ese relativismo moral a la “crisis demográfica europea”, ya que “parece que no queremos traer hijos”. “¿Hacia dónde va Europa sino queremos traer hijos ni defender nuestros valores?”, dijo al cierre de su intervención.
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